En un caluroso verano de 1863, la guerra civil estadounidense alcanza su punto más álgido en un pequeño pueblo de Pennsylvania, donde se desata una de las batallas más sangrientas de la historia. El conflicto entre las fuerzas de la Unión y el Ejército Confederado liderado por el general Robert E. Lee ponía en juego no solo el futuro de la nación, sino también los ideales de libertad y unidad.