En 1896, Jeff, un solitario aventurero de oscuro pasado, se dedica al lucrativo negocio de surtir de carne de vacuno los asentamientos de buscadores de oro del Yukon, en Alaska.
Estado de Wyoming, a finales del siglo XIX. Shane, un hastiado pistolero, llega a la granja de los Starretts, un matrimonio con un hijo que, al igual que los demás campesinos del valle, se encuentra en graves dificultades, pues el poderoso ganadero Rufus Ryker pretende apoderarse de sus tierras. Cuando Ryker se entera de que Shane es un hábil pistolero, le propone que trabaje para él. Ante su negativa, contrata a Jack Wilson, un peligroso asesino a sueldo.
A mediados del siglo XIX, un guía de caravanas (Robert Taylor) recibe el encargo de conducir a un grupo de mujeres desde Chicago a California. A partir de Independence (Missouri) tendrán que recorrer cinco mil kilómetros cruzando las montañas de Utah y el desierto californiano, en un viaje lleno de penalidades que constituye una auténtica odisea. El objetivo de la caravana es llegar a un valle habitado por un grupo de solteros solitarios que buscan esposa.
Choya (Alan Ladd), un pistolero errante, conoce a un forajido que lo convence para que se haga pasar por el hijo de un rico ranchero de Texas que fue secuestrado veinticinco años antes y del que no se sabe nada desde entonces.
Dos jinetes llegan a Dodge City persiguiendo a un hombre. Es el Día de la Independencia, y la gente se arremolina en torno al premio del concurso de tiro, un rifle único: el Winchester 73. Lin McAdam, uno de los forasteros, gana el concurso, pero uno de sus contrincantes se lo roba y huye. El rifle va pasando de mano en mano: de un traficante de armas a un jefe indio y después a un forajido. Mientras tanto, continúa la persecución.
Chester Wooley y Duke Egan son unos vendedores ambulantes que realizan una escala en Wagon Gap, Montana, mientras se dirigen a California. Durante la escala, un criminal famoso, Fred Hawkins, es asesinado, y los dos son acusados del crimen. Rápidamente son juzgados, condenados y sentenciados a morir en la horca. El jefe del comité de ciudadanos locales, Jim Simpson, recuerda una ley por la cual el vencedor en un duelo debe asumir la responsabilidad de las deudas y la familia del difunto.