En esta entrañable comedia de 1913, seguimos las peripecias de un joven citadino que decide escapar de su monótono estilo de vida en la ciudad para adentrarse en la naturaleza. Cansado del bullicio urbano y buscando una conexión más auténtica con su entorno, se embarca en una emocionante aventura en el bosque. Al principio, su idea de vivir como un salvaje se convierte en un verdadero desafío, ya que no tiene ni la más mínima idea de cómo sobrevivir en medio de la flora y fauna.
Tras algunas cómicas desventuras, como intentar pescar con sus manos y descubrir que no todos los animales son amistosos, el protagonista empieza a adaptarse a su nuevo hogar. Sin embargo, su encanto natural atraerá a un grupo de curiosos aldeanos que observan con asombro sus intentos de imitar a un hombre de la selva. Entre risas y situaciones absurdas, el joven no solo aprende a vivir de manera primitiva, sino que también comienza a comprender el valor de la comunidad y la amistad.
A medida que su travesía continúa, se da cuenta de que su idea de libertad puede tener múltiples interpretaciones. Con un toque de romance y un sinfín de malentendidos, este relato nostálgico nos recuerda que a veces hay que perderse para encontrarse de verdad, y que la verdadera sabiduría puede venir de los lugares más inesperados. Con una narrativa llena de humor y ternura, esta joya del cine mudo es un recordatorio de los placeres simples de la vida.