La historia comienza en un hogar aparentemente común, donde una familia de cuatro integrantes vive bajo la rutina del día a día. Sin embargo, la atmósfera se torna inquietante cuando, en el día del cumpleaños de una de las hijas, la vida de todos da un giro oscuro y perturbador. Todo parece normal, hasta que la familia se ve sacudida por un suicidio inesperado que revela las tensiones ocultas y los secretos encubiertos tras la fachada de normalidad.
La matriarca, un pilar de aparente fortaleza, lleva el dolor de la pérdida de manera extraña, manteniendo un control férreo sobre sus hijos. A medida que avanza la película, se despliegan las dinámicas destructivas que someten a cada uno de los miembros de la familia, y el espectador comienza a comprender que la violencia no solo se manifiesta de manera física, sino también psicológica. Los encuentros familiares revelan una serie de rituales perturbadores, donde la obediencia y la sumisión se convierten en elementos clave de su convivencia.
El tono tenso y opresivo de la narrativa deja al espectador en un estado de angustia constante, mientras los secretos se profundizan y las decisiones de cada personaje se tornan cada vez más desesperadas. Con una estética que refuerza la angustia y un guion que se adentra en los rincones más oscuros de la psique humana, la película mantiene a la audiencia al borde del asiento, desafiando su comprensión de la familia y la violencia en sus formas más insidiosas.