En esta loca secuela, nos reencontramos con Billy y Kate, quienes han dejado atrás los eventos desastrosos de su infancia, disfrutando de una vida más o menos normal en la bulliciosa ciudad de Nueva York. Billy trabaja en una moderna torre de oficinas que es todo un espectáculo de tecnología, mientras que Kate se ha adaptado a su nuevo entorno. Pero, como suele pasar, la tranquilidad no dura mucho.