Un temblor de tierra similar a los que con frecuencia sufre la ciudad de Los Ángeles fue la primera señal de alarma. Un joven sismólogo lo había pronosticado como preludio de un terremoto de gran intensidad. Horas después, cuando se produjo un segundo temblor, los técnicos ya no albergaron ninguna duda: la catástrofe era inminente. Hubo que avisar al Alcalde, pero éste no se atrevió a dar la orden de evacuación por temor a que el pánico se apoderará de la población, se limitó simplemente a tomar medidas preventivas.
A finales del siglo XIX, en Texas, el río Pecos marcaba los límites entre la civilización y el comienzo del salvaje Oeste. En una pequeña población, los ciudadanos están a punto de ahorcar a Roy Bean, un forajido ladrón de bancos, pero una joven mexicana le salva la vida. Roy entonces se autonombrará juez, impartiendo su propia justicia.