En un pequeño pueblo lleno de peculiaridades y personajes excéntricos, la vida avanza con un ritmo tranquilo, hasta que un escurridizo ladrón comienza a sembrar el caos. La gente del lugar vive aterrorizada, y la única esperanza de recuperación recae en la incompetente fuerza policial. Los oficiales, en su mayoría torpes y despistados, intentan cumplir con su deber, pero la mayoría de sus esfuerzos terminan en situaciones hilarantes y desastrosas que solo hacen que el ladrón se ría a carcajadas.
El filme sigue las peripecias de los oficiales mientras intentan atrapar al criminal, enfrentándose a una serie de cómicas malentendidos y obstáculos ridículos. A medida que los días pasan, la tensión entre los policías y los ciudadanos aumenta; todos tienen diferentes ideas sobre cómo debería hacerse la captura. Mientras los oficiales luchan entre ellos, el ladrón continúa burlándose de ellos con cada nuevo golpe.
Lo que parecía ser un simple caso de robo se convierte en una feroz batalla de astucia y torpeza, demostrando que no siempre el que lleva insignias tiene el control de la situación. En medio de confusiones y equívocos, el público es llevado a un viaje lleno de humor físico y situaciones absurdas, donde los límites del absurdo se despliegan a cada instante. Con cada intento fallido, los policías se convierten en una especie de héroes antagónicos, dejándonos reflexionar sobre el valor de la amistad, la comunidad y, sobre todo, la risa ante la adversidad.