En un breve y perturbador relato, un joven se enfrenta a su propia identidad y la presión de las expectativas sociales a medida que se prepara para un ritual cotidiano: afeitarse. La historia comienza en un baño modesto, donde el protagonista, con una mirada de preocupación, se enfrenta al espejo. Mientras se aplica la espuma de afeitar, sus pensamientos parecen divergir entre la normalidad y un eco de inquietud.
A medida que se va rasurando, la escena se torna inquietante. Cada pasada de la cuchilla se vuelve más angustiante y, de pronto, lo que parecía ser un simple acto de higiene se transforma en un ritual auto-destructivo. La sangre comienza a brotar, y el baño, que en un principio parecía un lugar de rutina, se convierte en un escenario de caos y confusión. Con cada corte, el protagonista lucha con sus demonios internos y gradualmente se revela un conflicto más profundo que refleja la angustia juvenil de la década de los 60, como la presión de conformarse a una sociedad que no deja espacio para la individualidad.
La atmósfera se vuelve densa mientras el joven sigue afeitándose, incapaz de detenerse a pesar de sus heridas. Sin diálogos que interrumpan la brutalidad emocional de la escena, el cortometraje se convierte en una poderosa alegoría sobre la pérdida de control, la violencia interna y la lucha por la autenticidad, dejando a la audiencia preguntándose hasta dónde estamos dispuestos a llegar en la búsqueda de nuestra identidad.