En una España de los años 70, Ana, una niña de ocho años, vive en un ambiente familiar tenso y marcado por la tristeza. Su madre, enferma y atrapada en un mundo gris, ha dejado a Ana y a sus dos hermanas en manos de su abuela, mientras su padre se encuentra sumido en su mundo de soledad y alcohol. Con su madre en cama y una ausencia constante de afecto, Ana desarrolla una obsesión particular por la muerte, experimentando visiones que la llevan a un estado de introspección inquietante.
A medida que la historia avanza, Ana enfrenta la dura realidad de su entorno a través de su imaginación, creando un vínculo casi místico con el pasado. Su relación con su madre, aunque cargada de dolor, es central en su vida, y los recuerdos se entrelazan con las experiencias del presente. El hogar, lejos de ser un refugio, se convierte en un escenario de desamor y rencores, donde cada personaje refleja su propio sufrimiento.
A través de sus ojos, el espectador es testigo de una cotidianidad cargada de melancolía y nostalgia, donde la niñez se enfrenta a la crudeza de la vida adulta y las traumas generacionales. La película, psicológica y profundamente emotiva, explora la pérdida, la culpa y el amor en un entorno opresor, dejando en la mente del espectador una sensación de inquietud que perdura mucho después de que los créditos finales han pasado.