En plena Segunda Guerra Mundial, un grupo de prisioneros de guerra británicos es capturado por el ejército japonés y llevado a un campamento de trabajo en la selva tailandesa. A pesar de las condiciones inhumanas y el severo trato al que están sometidos, el coronel Nicholson, decidido a no quebrarse, se convierte en el líder de los prisioneros. En un intento de mantener la moral alta y demostrar la superioridad del espíritu británico, decide aceptar el reto impuesto por sus captores: construir un puente sobre un río estratégico que facilite el paso del ferrocarril japonés.
Mientras los prisioneros trabajan en la construcción, se desata una intensa lucha de voluntades. A medida que los días se convierten en semanas, la obsesión de Nicholson por cumplir con su deber transforma el puente en un símbolo de orgullo británico, aunque su verdadera finalidad es servir a los enemigos. Sin embargo, la llegada de un nuevo grupo de prisioneros liderados por el coronel Shears complica las cosas. Shears, que tiene un plan alternativo en mente, busca hacer volar el puente y frustrar los planes japoneses.
Entre debates sobre el honor, la resistencia y la moralidad, la historia se desarrolla hacia un clímax explosivo, donde se cuestionan las lealtades y se revela el costo de la guerra. En este dramático relato, la línea entre el deber y la locura se difumina, llevándonos a reflexionar sobre los sacrificios que hacemos por nuestros ideales.