En el corazón de una elegante mansión francesa durante un cálido fin de semana, un grupo de aristócratas se reúne para disfrutar de su privilegiada existencia y, claro, de un poco de diversión clandestina. El anfitrión, un conde encantador y algo cínico, invita a varios amigos y amantes, entre quienes se desliza la servidumbre, imbuida de sus propias complicaciones emocionales.
Pronto, las tensiones empiezan a surgir entre los asistentes, revelando los intrincados juegos de seducción y celos que caracterizan su vida social. Con un trasfondo de inminente guerra en el aire, los personajes se distraen con sus relaciones amorosas, mientras que el caos y las intrigas se desatan en la mansión. Un joven y su enamorada se ven atrapados en este torbellino de pasiones, malentendidos y revelaciones secreta.
Lo que comienza como un juego inocente pronto se convierte en un reflejo mordaz de la decadencia de la alta sociedad. En medio de risas y dramas, la película se convierte en un espejo de la condición humana, explorando temas de clase, moralidad y la insatisfacción inherente a la vida. Al final del caos, lo que parecía ser una escapada lujosa se transforma en una crítica aguda a la superficialidad y el hedonismo de la élite, dejando a todos los personajes, incluidos los menos privilegiados, enfrentando las consecuencias de sus elecciones. La atmósfera festiva se tiñe de tragicomedia, recordándonos que tras la apariencia glamorosa, todos llevamos nuestras propias luchas internas.