En una remota isla en medio del océano, un exiliado se enfrenta a los fantasmas de su pasado y a un destino incierto. Tras ser derrotado en la batalla de Waterloo, el temido emperador Napoleón Bonaparte es desterrado a la inhóspita isla de Santa Elena. En este nuevo mundo, completamente alejado de su gloria y poder, se ve obligado a lidiar con las consecuencias de sus ambiciones desmedidas. La película nos ofrece un vistazo íntimo al hombre detrás del mito, mostrando su lucha interna mientras se convierte en un prisionero de sus propias decisiones.
Con un puñado de leales seguidores a su lado, Napoleón intenta encontrar consuelo en su nueva realidad, enfrentándose a la soledad y la melancolía. En sus reflexiones, el espectador descubre no solo su genialidad táctica y su ironía mordaz, sino también su vulnerabilidad y el arrepentimiento que lo consume. A medida que se desarrolla la historia, las interacciones con los pocos habitantes de la isla y sus guardianes revelan las complejas dinámicas de poder, lealtad y traición.
Mediante un relato que mezcla drama y un toque de ironía, la película nos sumerge en el conflicto entre el pasado glorioso de un líder militar y su triste realidad actual. Con una audiencia cautiva y sin escapatoria, la trama oscila entre la grandeza de la historia y la cruda realidad de la pérdida, recordándonos que incluso los más grandes pueden caer en el abismo de la soledad.