En un estilo provocador y lleno de simbolismo, la historia sigue a una joven monja, que tras la muerte de su padre, regresa a la mansión familiar para cumplir con sus últimas voluntades. Al llegar, se enfrenta a un pasado oscuro y un entorno desgastado, donde los secretos y la decadencia se entrelazan. Su llegada despierta la curiosidad y el escepticismo de los habitantes de la casa: un grupo de parientes mezquinos y un sirviente enigmático que se mueven entre la comedia y el drama.
La monja, impulsada por su fe y bondad, decide convertir la propiedad en un refugio para los pobres, lo que provoca un choque entre su idealismo y la cruda realidad de quienes acoge. A lo largo de la trama, se exploran temas de la religión, la ética y la hipocresía social, mientras las tensiones aumentan entre los personajes y sus raíces egoístas.
A medida que la monja intenta redimir a sus inquilinos y a sí misma, la situación se vuelve cada vez más inquietante, revelando la fragilidad de las fronteras entre salvación y condena. La película culmina en una serie de eventos inesperados que llevan a una reflexión sobre el sacrificio, la moralidad y el sentido de lo divino en un mundo que parece haberlo perdido todo. Con un final desgarrador, la historia se queda con el espectador, abierto a la interpretación y el análisis, dejando una profunda huella en el imaginario del cine.