Un inquisidor despiadado convierte las supersticiones de los campesinos locales en herejía religiosa y encuentra motivos para acusar a docenas de hombres y mujeres inocentes de brujería. El inquisidor tiene como objetivo a los nobles y comerciantes, cuyas propiedades y bienes son luego confiscados. Después de sufrir una serie de torturas medievales, la mayoría de los acusados confiesan, solo para ser quemados vivos en la hoguera mientras los aldeanos indefensos observan. Con su cinematografía audaz y sorprendente, la película captura escenas de desnudez atrevida y tortura brutal.