En la Inglaterra de los años 20, dos jóvenes atletas se preparan para competir en los Juegos Olímpicos de París de 1924, cada uno impulsado por su propio sueño y contexto cultural. Por un lado, está Harold Abrahams, un judío británico decidido a demostrar su valía en un mundo que a menudo lo discrimina. Su enfoque implacable y su deseo de triunfo chocan con las expectativas de la sociedad de la época, llevándolo a enfrentarse no solo a sus competidores, sino también a sus demonios internos.
En paralelo, hay un devoto escocés, Eric Liddell, cuyo amor por correr es solo superado por su fe cristiana. Eric se debate entre su pasión por el atletismo y su compromiso religioso, que le prohíbe competir en determinadas fechas. Su historia es una jugada de fe y fervor que inspira a quienes le rodean.
Ambos hombres, a través de sus respectivas trayectorias, se transforman no solo como atletas, sino también como símbolos de perseverancia y lucha contra la adversidad. En un viaje que va más allá de la pista de atletismo, sus vidas se entrelazan en torno a la celebración del espíritu humano, la amistad y el sacrificio que implica perseguir un sueño. Con una banda sonora inolvidable, esta película no solo captura la esencia de la competencia deportiva, sino que también plantea preguntas profundas sobre la identidad y la fe, resonando con audiencias de todas las generaciones.