En una Hong Kong de los años 70, una serie de brutalidades infunde terror en la ciudad. La historia sigue a un detective harto de la corrupción que lo rodea y de un sistema judicial que parece desmoronarse. Es un tipo de esas películas que te atrapan desde el primer minuto, lleno de articulaciones crujientes y giros inesperados. Nuestro protagonista, un policía decidido, se encuentra en la pista de un sádico asesino en serie que ataca a mujeres jóvenes, dejando un rastro de horror y desesperación.
Mientras investiga, va desentrañando un entramado de intrigas que involucra tanto a la mafia local como a figuras influyentes, lo que complica aún más su labor. Cada vez más obsesionado con el caso, se enfrenta no solo al peligro físico, sino a sus propios demonios internos.
A medida que la tensión se intensifica, el detective hace equipo con una reportera que busca la verdad detrás de la ola de crímenes. Juntos, descubren que la clave para detener al asesino podría estar vinculada a oscuros secretos del pasado que muchos preferirían mantener ocultos. Con una cinematografía que captura la brutalidad y la belleza de Hong Kong, la película mezcla acción, suspenso y un análisis social en un cóctel perfecto. Al final, no solo se trataba de atrapar al monstruo, sino de enfrentar los fantasmas que acechan tanto a los personajes como a la sociedad misma.