En la bulliciosa y bohemia escena de Los Ángeles, un escritor de espíritu libre llamado Henry Chinaski se desliza entre las sombras de los bares y la soledad. Este personaje, interpretado por un brillante Mickey Rourke, es una versión semi-autobiográfica de Charles Bukowski, quien se suma a la interminable búsqueda de inspiración y conexión en un mundo que parece no ofrecerle nada más que desdicha.
Henry se pasa las noches navegando entre copas de alcohol y conversaciones filosóficas con otros inadaptados, mientras su existencia está marcada por la apatía y la desesperanza. Con un estilo de vida autodestructivo y una actitud desafiante, se siente más cómodo entre las botellas que en la vida cotidiana. Su vida da un giro inesperado cuando conoce a Wanda, una mujer tumultuosa y apasionada, que encarna la complejidad del amor y la dependencia emocional. La química entre ellos es palpable, pero su relación se convierte en un viaje caótico que oscila entre la pasión desenfrenada y la tristeza abrumadora.
A medida que el amor de Henry y Wanda se desarrolla en medio del caos del bar, los demonios internos de Henry emergen con mayor fuerza, llevando a ambos personajes a cuestionar sus deseos y su lugar en el mundo. La película se sumerge en la lucha del alma humana, explorando la belleza de la vida a pesar de su brutalidad, todo ello presentado con la dura pero cautivadora prosa de Bukowski.